El viejo ritual de cambiar las prendas de verano por las de otoño ha tenido que retrasarse este año, teniendo en cuenta las temperaturas inusualmente altas en muchos puntos del país. No se vislumbra el momento de ordenar tu armario, lo que es un alivio para quienes odian la tarea.
Estos últimos, desde luego, no están en la onda de Marie Kondo, una japonesa que disfrutaba de pequeña ordenando el armario de toda su familia, y que ha publicado La magia del orden (un bestseller mundial) y La felicidad después del orden, una clase magistral sobre el arte de organizarse en el hogar, y en la vida, debidamente ilustrada.
Cómo ordenar tu armario según Kondo
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Deshacerte de lo que no usas
La japonesa lleva más allá aquello de deshacerse de lo que no se usa: deshecha lo que ni te pones ni te hace feliz. Es la primera premisa para ordenar tu armario, hacer un ejercicio de realismo y un test a cada prenda.
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Colocación en vertical
Marie Kondo, por otra parte, guarda la ropa en vertical, y no nos referimos a perchas, sino a cuando está doblada. Para ello, hace tres pliegues y deja la parte redondeada hacia abajo. Lo que se consigue con ello es aprovechar el espacio sin tener que apilar, que es lo que realmente hace que la ropa se arrugue. Además, si hay que coger una prenda de la mitad del montón, las demás se desordenarán.
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Ordenar por colores y peso
A la hora de ordenar tu armario, cuanto más visual sea el método que escojas, mejor. Kondo propone que se haga por tonalidades, de forma que quedarán en un lado los blancos y, en el opuesto, los negros.
La japonesa añade otra variable: la ligereza. De esta forma, coloca a un lado u otro según la prenda sea más ligera o más liviana.
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Mantenerlo todo a la vista
Con frecuencia hay prendas que se quedan al fondo del armario, en lugares menos visibles, lo que hace que pasen desapercibidas. Hay que ordenar de manera que se pueda encontrar fácilmente cualquier cosa, para saber qué se tiene realmente. Con ello se evitará decir «no tengo ropa» o «no sé qué ponerme», aun estando el armario lleno.
